la ladera
por donde desciende su cara
es el ramaje azul que paraliza los dedos
viejos fugitivos
deserción
que la sangre dicta
antes de dormir
-la piel
que
carcome
el día-
divide el suero, la rancia esmeralda
que no se parece a la cruz de otro
decidí, demiurgo, si alfil o torre
o caballo rojo
o altiva reina que concede
ser
parte del decurso, de ahora en menos
subirá
como si tal fuera
la única vía
para
respirar
la vía,
donde
silenciosos
se dieron nombre
y allí han ido sin saber
si los álamos
y allí he ido
voy
sin
saber
si los álamos
dicen ser robles
y ahorcan su corteza
en el centro nudo del bosque
todos
éramos
el fruto que va de agua en agua
y
ahora
no sabe resistir
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