24 de junio de 2008



sí, la lógica
el punto de destello

espada que no
aniquila

voy sin la criatura que dijo ser tu mano

crucemos:
es la luz
exacta


Espejo

16 de junio de 2008



ahí el rostro
que ya no miro

fragmentos
de un pájaro





Al sol

12 de junio de 2008



pájaro
de la mañana
terco trino -salto, pie en el barro hacia el barro
barro es-

un tablero
la obscena
jaula


La noche sin Byron






dentellada
sacra, ríe la señora en domingo
de jade el labio
fortaleza de cientos

tu fracaso
gris la tarde, autora del sol
porfía la madera
tu orfandad
bajo el roble
en invierno
maleza de aquel hombre tardío, éste,
conquista que en tu inicio
supo morir
el miedo canta
sangre diera el silencio
útera palabra
a tu negada
luz
la serpiente
en la hoguera
que no supo Juana, mártir en armas
sin la daga que
fue
salto
el cerro desconocido
hubo el durazno no
el oro
si pirámide la sonrisa
de tu lengua frágil
lealtad
púrpura de cientos
hubo el oro no
el durazno
si el mirlo vuela, humillado mármol
bajo las ojivas juego ajedrez, perpetua blanca
mi comida
tu arreo
la imposible daga
cae el rey
vuela la torre
un alfil traiciona este cerro
que salto
inútil árbol
adiós
pequeño trebejo, arco azul
todos sabemos
que han sido los juegos
de una noche
sin Byron




Jalaf

10 de junio de 2008





un dedo se acostumbra
al filo
desde cada sierpe
ballesta o jalaf

sol que va
con su olor blanco

la mañana trunca
es el matiz
si el espejo niega
su carozo






Tú también, hijo mío





Dieciséis puñales en el manto. Marco Antonio sabe que César a sus pies, tendido, significa más que esa gastada sangre. Dieciséis heridas terminales. Todos supimos ese día, ocultos en las callejas. Marco Antonio lloró, finge, implorará anuencia a la plebe. Es su futuro el oro.
Una griega lo protege en un desierto, cerca del mediterráneo, lejos de todos los césares.
Bruto arroja su torso sobre una espada enclavada en mi arena. Bruto declinó y vence. Vientre que vence. Bruto vence en el origen. Débil zumba un insecto sobre la noche de Marco Antonio; una griega abraza en Egipto su ponzoña, el párpado cansado.
Bruto ha esculpido sobre el rencor de Roma un murmullo de rocas y sin ira vence; el destierro si mármol blanco cae sobre la turba. Declino, tardía. Llevo su orden y el manto al río.
Mi tierra, esta turba cuando el César y todos los césares abdican, y el pueblo hambreado sigue aplaudiendo, yo y ellos y yo y ellos y ellos y yo.
A unos pasos un perro se tuerce limpio en la escalinata, el escenario. Ha preferido no escuche su estertor.





Isaías




Derribarlo, perpetuo incandescente, una vez. Ayuno.

Para eso hemos llegado aquí, el silencio que dice. Único el silencio te derriba, el silencio augura. Sin los números ni la trampa, esa criatura del otro. Reinos de poder y de la gloria, reías.

Una mañana todo decide. El alba o la noche, qué importa. La calle de nuestro frente, el Pirovano o el Regina, una batalla cuando la noche monoaural sería Pasco y la terraza.

No brilléis estrellas, Macbeth ha matado el sueño, dice Shakespeare que atribuimos al agua.

Ave, companis, ése, el de la Biblia.

Éste.






El tren






va en tren
la noche vuelve y él desnudo
huele a río sepia
atavío huraño
con hilachas teje el cuerpo sucio
se apartan las señoras
dobles
en la ventanilla, las ventanas ríen
el tren silba bajo la luna yugular
parte los barrios
no sabe tu tierra que el tren respira como un barco

como vos, tan desierto
y hay un bullicio ardiente
una sonrisa diagonal
los nativos vuelven del domingo
sin la voz blanca
evitan al indigente con la cortesía
que esta noche
regresa sin dormitorio
piernas desnudas
y este pudor turbio en la ventana sin lluvia
dice inclemente
herrumbre
pequeña hez




Montaña






como si despertar fuera
el asta
mañana infante

enhebrará tus signos
la estrella diminuta
vi en tu bolsillo un cofre
de laca púrpura
terco filo azul

oro cuando mi cintura

agua murciélago al este, al oeste la piedra salta
labio ciego si Arabia o el Hebrón
turba nativa
viento amarillo donde el párpado escribe
todas las risas paganas
tu sepulcro
la montaña que convinimos




Clase de estilo






no disfrace el humo púrpura
la turbación
última clase
de estilo

con alfiles
victa
fue la reina
o la piedad
del émulo

avance
sombrío caballo
en su celda blanca

pie frío
sol de mí en el tablero

a contraluz las ojivas altas
y la túnica roja

bajo los arcos
se acalle mi voz
y el juego de estilo sea
risa del cristo




Responso




es la oración
repulsa desde la primera
señal, pájaro

qué descortesía
trazar
la celda verde

no sé dónde estás
soñó la máscara

en la roja
madreselva –luna el agua metal sus puntillas, roca-
abraza
al extraño

yo te saludo, desde las vísperas

fibra húmeda del antiguo árbol
apretado albergue
último sexo


De los calderos






a pesar de la luz
horizontal
tranquila rasa originaria primitiva ingenua

hubo el espanto
fuera del agua

dibujó un muro a cuestas
ya sin salto nudo hueso
obsedido después de vos
para Yorick
ni acaso –dijo ella- ombligo
algún ombligo

dame la daga, voy al huerto

la niña lame la luz del huerto
lleva la cesta vacía, y un dragón

voló al fuego
no había trigo ardiente
nada, Yorick, dijo el agua
vientre óseo, humus, criatura débil

fresno salvaje
sin aire en las graves horas, ciruelo
sin ciruelo –insistió unigénita la luna-

cuello blanco, Desdémona arde




Juego




su mano plena
no da en el mármol

la luz
templa una desventura

desde las Cícladas
la travesía -carne que no nos dimos, mísera
salvación
cuando anochece-

dijo esta mañana –soy, perdono y condeno-
el mármol
nudo ciprés que fuimos
óleo
que somos
si frío el espejo
muerde esta piedra blanca

alfil ante el crepúsculo
tu forma mi caída
parece una almendra
en Getsemaní

monoaural
el perro salvaje
noche décima el rictus, cámara mere

el cortejo
pequeña gloria última

hoy
el árbol
que
regresamos a la noche,
un roble muerto

otra piedra
la jauría

los héroes
en el tablero exacto
cuando ya no hay torre
ni rey


Género




llevo albahaca y piedras
en un cesto
hasta la ventana, donde esculpe
se cansa
siembra
vuelve
al palco,
el Este

llevo el cesto con una sola letra y vino rojo

reparte sus panes
monoaural
en
la
noche

su mano plena
no da en el mármol

adelanta el cincel
-dicen los odres-
y en el centro de la frente
ahora
asesta

justo
en mi género

la bahía


Amor ludens






los jaques
y todo el jardín
un pastor preciso - cristal geométrico

fue la pradera
rebelión
su risa

luego
mueca centuria cuando esclavos
la umbría torre

en torno a su cuello
fui deudor
y su rictus
mi cuello alzado
mi cuello púrpura

acepto el universo que abrevia
las deudas
sus acantilados
el trébol rojo

edén en demasiadas playas
el mate perfecto
sin alfil
dictamina heredera
la suite que fuimos

rótulo amable
nos precede
como si hoy
todo
hoy
fuera un escalpelo

tardía ventana
luciérnaga




Parque de versiones






Uno

que hubo el olor del sueño doble y uno
supo el ascua
la hebra
la copa alta

-hoy sólo una-
las trizas
el perjurio

el olor a distintas aguas
y a burla acerada, se dijo ella

una piedra se alzó
donde la luna destila su rojo centro

de no parir, partir, parto, sublime insidia

la mujer mira hacia la avenida
-sobre la mesa del bar se ha posado la nube exacta-

en un patio cercano
los niños de la crueldad
instan a la fuga

la huella
cosida al olor de otro
a su pelo
limpio

la pared liquida la madrugada
y todo va de nuevo
calesita barranco
vira, gira y vira, gira, vomita el olor desconocido
de nuevo va
y otra vez y otra
la sortija

la dueña del polen
tras el sueño ido


Dos

todo sucede y no
en ellos sin nosotros
olor extraño si el monosílabo, vos, es el gesto previsto
el replicante, los de hoy

ya nunca hembra,
cisma
cuarto idiota, biblioteca

cada estatua, una naranja, el río, gesticulan
el secreto de las piedras

su ceremonia, el dicterio

horizontal o en pie
mujer es la antigua virgen de Sion y Lilith
el untuoso señorío


Tres

la feria devora

luego,
el solar para el sacrificio

ahora
el dominó se jacta en el baño
del suelo geométrico

las algas desisten
y un lápiz árabe ha quedado sin ojos




Memorial






la torre es la vid la gracia el cambio, todas las avispas
Héctor y la muralla, tres veces Ilión
resplandor óseo, la lluvia intacta
septiembre, hierogamia o su piedra ausente
cada sílaba una reja, más allá de las rocas y siempre la reja,
la reja escrita en la roca

mueve alfil blanco, mutila el centro
la estirpe, un eco de anémonas, el garfio, la colmena,
oráculo, las moscas. Orestes y ningún otro

condenada, seguí la gruta;
llevaba un cesto hondo con almendras -debería decir voces-.
Llevaba a varios cristos, me llevaba
la posible voz de la serpiente

la risa y la letra y esa nube – tu sien en exceso
nuestra voz, silencio verde si hablamos del pan
el pan

Voy por tu edificio, sin edificios la calle sin doblez el juramento, sin pan
amanecen los pájaros pero no despierto, nunca despierta él
las fotos no mienten, cae el rostro y los ojos negros –los de aquella noche-,
la boca desciende punta seca en el mar
no hay hilo de oro en el pie pálido, no hay ojiva ni jaque
los chacales sólo ríen, la estepa reina, jaque muerte sin pastor

vertical una rata, roe la cuerda
roe la cuerda rey
atajo

ciprés con hambre




De agua en agua






la ladera
por donde desciende su cara
es el ramaje azul que paraliza los dedos
viejos fugitivos
deserción
que la sangre dicta
antes de dormir

-la piel
que
carcome
el día-

divide el suero, la rancia esmeralda
que no se parece a la cruz de otro

decidí, demiurgo, si alfil o torre
o caballo rojo
o altiva reina que concede

ser
parte del decurso, de ahora en menos

subirá
como si tal fuera
la única vía

para
respirar
la vía,
donde
silenciosos
se dieron nombre

y allí han ido sin saber
si los álamos

y allí he ido
voy
sin
saber
si los álamos
dicen ser robles
y ahorcan su corteza
en el centro nudo del bosque

todos
éramos
el fruto que va de agua en agua
y
ahora
no sabe resistir




Himno para las piedras






ahora
como la costumbre dicta
vuelvo a
a
vuelvo a
vuelvo
al
hacia donde la mejilla desconoce
la calle probable la nieve inesperada

alguien arrojó
un alga, el barco y la túnica
y dijo significa "alga"
verde alga tu nada y todo verde la verde noche
cerradumbre
la moneda celda

no la colina

y las fauces alcanzaron
un claro en la espesura

fue el aura que decido verde, himno para las piedras
alga azul
útero criterio
que se pronuncia arroyo

a cambio de ocho letras
la cara
idiota

yo










Yo te estoy escribiendo:
no decíamos todo
desde la sonrisa demente,
Herodesequilibrio.

No habrá voz octavada, serpiente honda, contrabajo.





Egipto




políticamente amable
carcasa que anunciabas
ara
maldita

qué no decir si de lo que significa se trata
la voz de la que hablamos

no evoca

fisura
la noche que no quería

hastío
que prometía
no ser
aun
hoy
entrando en Egipto


Transfer(encia)




le habló al agua
turquesa mar la débil mortaja
la canción supo decir la mentira
un largo vuelo
último caos
vuelo rasante

y ahora la tierra reconoce
a tu cruel criatura
si nazco

permitirás la plegaria
en mares ajenos

tropieza sinuoso, hermano
anfitrión si potente
mori turi te salutant

cristiano muere el judío
morirá cada tarde

–sé molesta mi adicción a la belleza, la bella muerte-
tal una mariposa
en la torre –no la cámara ilustre-
no la torre verde
canábica noche de ustedes
que invento




La turquesa mar






Tu fría boca enamorada de mí, oh locura

Abelardo Castillo, El que tiene sed


Mira el castillo donde duerme, los pasadizos de piedra gris donde se humilla cuando vuelve del insomnio. No hay espejos donde vigilar el crepúsculo, pero en la gran mesa del salón central se cruza el destello de una espada. Doble hoja asesta en el pecho, mira el desgarro de la luna, no le queda tiempo. Ella pliega la boca en sus ventanas, escinde y no se detiene. Besará el acero, la cintura del hechizo, la danza caliente sobre la escalinata, las manos firmes en la empuñadura. No es extranjera, acuna al que ha sido. Desde el principio te persigue y el cielo es tan vasto.





Sagunto






no ha visto Aníbal
el puñal

intrépido
solo testigo

agujeros en grito
hueco
muda mierda
la hoja hundida
sin emperador la hoja presa
en Cartago

nos precedieron
piecito en el aire, alto mi niño

si eras rey
ya no conozco tu suelo
tu agua de mármol

texto lisonja de malaquita
era
antes de la amenaza

nunca has de leerme,
convivia


la noche es
será

Dante
es

y jamás he vuelto a tu letra

ese simio en la jaula verde
que dice
ser
y no ser

esta jaula pequeña
un sol verde
un sol verde
este verde rasgo del fin

de la tierra que hubo
ser la tierra Cartago
fue solo
el piecito en el aire
celeste pie el aire
celeste
pie
en
el aire

de Cartago




Pan, II






horror silence
último diente

último
pan partido pan
cráter ungido
en el pan la sangre

y la sangre repitieron las urnas y otra fue
la orden

y ya granada Cronos y ella espuma
uñas rojas
vientre que era el último y no es pan

caos criatura te ha dicho
la clave íntima
para un simulacro




Sentencia






báculo esta tarde fue
y no
no es
ahora
salvador

en Coghlan ella fue
toda la letra
su
letra

hoy
crispado
espejo

y él
olor a mimbre fresco
feroz
pájaro
juez




Cautiverio






I

cautiverio
la silla
ruedas en tu barco

matiz de ligera noche
siesta de la máscara


II

murió moríamos ese arco
cierra
la penumbra el río

contradanza cruce de tilos
en el iris del agua


III

el tósigo fue escalpelo

luces torpes
-mi delito nocturno-
fueron y han de ser
tu gala


IV

para la natividad
era
otro
azul el tósigo

tobillo que fue en la mano árbol
su llama
cautiverio




Nido






I

Vulnera el designio
otro
pájaro astilla
nuestra casa sin techo rojo
todos los pájaros sin techo rojo
un báculo
traduce el hartazgo
equívocos pájaros sin nido


II

Amable hornillo el hospital funesto
nada apena
-aceptemos-
el techo rojo
piso todo peldaño
mi titubeo


III

Rictus glacial
el tren
íntimo fauno, nuevo
abandono del nido rojo




Tierra bárbara






Núcleo desnudo era. Adulación del hueso.
Hoy se desata la tierra bárbara.
Una torre
transfigura
el cuidado trigo y sube.

Sube hasta el único ojo. Cava en mi ojo
el aire.
En la gruta cava.

La respiración pierde
su doble noche. El celaje del aire.

Te expulsa la quimera, un alto
en el quicio de las cuchillas.

Agosto es
fue
una voz en el sexo de la serpiente.




Pan






duerme
indaga las voces que no dicen

todo pronuncian
las criaturas

como Dalí
con
su pan
su pan místico, en el plato número doce

cuando la copa gira y gira sin cristo gira









Copyright Patricia Damiano, 2008