la torre es la vid la gracia el cambio, todas las avispas
Héctor y la muralla, tres veces Ilión
resplandor óseo, la lluvia intacta
septiembre, hierogamia o su piedra ausente
cada sílaba una reja, más allá de las rocas y siempre la reja,
la reja escrita en la roca
mueve alfil blanco, mutila el centro
la estirpe, un eco de anémonas, el garfio, la colmena,
oráculo, las moscas. Orestes y ningún otro
condenada, seguí la gruta;
llevaba un cesto hondo con almendras -debería decir voces-.
Llevaba a varios cristos, me llevaba
la posible voz de la serpiente
la risa y la letra y esa nube – tu sien en exceso
nuestra voz, silencio verde si hablamos del pan
el pan
Voy por tu edificio, sin edificios la calle sin doblez el juramento, sin pan
amanecen los pájaros pero no despierto, nunca despierta él
las fotos no mienten, cae el rostro y los ojos negros –los de aquella noche-,
la boca desciende punta seca en el mar
no hay hilo de oro en el pie pálido, no hay ojiva ni jaque
los chacales sólo ríen, la estepa reina, jaque muerte sin pastor
vertical una rata, roe la cuerda
roe la cuerda rey
atajo
ciprés con hambre
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